Nos convencemos de que la vida va a ser mejor después de que nos casemos, después de que tengamos un hijo, después de que tengamos otro hijo… entonces, nos sentimos frustrados al comprobar que los hijos aún no son lo suficientemente grandes, pensamos que seremos felices cuando crezcan un poco. Después de eso, nos angustiamos porque son adolescentes difíciles de tratar, ciertamente seremos más felices, entonces, cuando salgan de esa etapa.
Nos decimos, entonces, que nuestra vida va a estar completa cuando a nuestra esposa, a nuestro esposo, le vaya mejor, cuando tengamos un coche mejor, una casa mejor, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos jubilados. La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora.
¿Qué tenéis que esperar para ser felices? ¿Mañana? ¿El año que viene? ¿Dentro de diez años, cuando la vida se te vaya? .
Tu vida estará llena de desafíos, es mejor admitirlo y decidir ser feliz de todas formas. No hay un camino para la felicidad. La felicidad es el camino. Por lo tanto, atesora cada momento que tienes, más aún cuando lo compartes con alguien especial, lo suficientemente especial como para compartir tu tiempo.
Recuerda que el tiempo no espera por nadie. Entonces, deja de esperar hasta que termines la escuela, hasta que te aumenten el sueldo, hasta que bajes los diez kilos de más, hasta que te cases, hasta que tengas hijos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta el Viernes por la noche, hasta el Domingo por la mañana, hasta la primavera, hasta el verano, hasta el otoño, hasta el invierno…deja de esperar hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que éste, para ser feliz.
La felicidad es un trayecto, no un destino. Sé simple y espontáneo, como cuando eras chico. Explora tus talentos, haz lo que te da placer y disfruta la oportunidad de sentirte vivo.
Trabaja como si no necesitaras el dinero, pero trabaja. Ama como si nunca te hubiesen herido. Baila como si nadie te estuviera viendo..."
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